En una actitud corporativa, mezquina, y alejada de la búsqueda del bien común, el Colegio de Martilleros Departamento Judicial Mar del Plata que encabeza (ponele) Guillermo Rossi, avanza con su denuncia en contra de la municipalidad, pretendiendo que se los incluya de alguna manera en el procedimiento por el cual se están llevando a remate los lotes de la ex Villa de Paso.
Recordemos que, en su momento, la municipalidad se acercó al Colegio de Martilleros con pretensiones que, en pleno siglo XXI, no eran para nada descabelladas: buscaban realizar los remates en una plataforma en línea, que pudiera ser accesible desde cualquier lugar del mundo, y que brindara una absoluta seguridad y transparencia a todo el proceso. Como la vetusta institución que lidera Rossi no pudo garantizar dicha modalidad, la Municipalidad decidió utilizar para los remates la plataforma que brinda el Banco Ciudad. No hay nada turbio ni sospechoso en esta decisión, sino más bien todo lo contrario: la gestión de Montenegro no quería quedar pegada al mismo Colegio de Martilleros que permitió que, en su momento, la Liga de Remates se quedara con la mayoría de las subastas que se celebraban en el mismo salón en donde Rossi y sus colegas pretendían realizar ahora los remates de estos terrenos.
Como ya es sabido por toda la sociedad marplatense, los remates que se están desarrollando a través del Banco Ciudad son transparentes, claros, se realizan en línea y han tenido enorme éxito. A pesar de ello, el Colegio de Martilleros busca entorpecerlos y degradarlos, proponiendo remates presenciales que ya sabemos todos cómo terminan: un par de aprietes, de maniobras turbias por parte del martillero a cargo, y las propiedades que terminan siempre en manos de los mismos.
Es cierto que Rossi y compañía tienen a su favor una ordenanza que los avala pero, más allá de eso, ¿no debería el Colegio de Martilleros últimamente abogar por la transparencia de los remates, más allá de cuál sea el instrumento que se utiliza para los mismos? ¿Tan apegados son a las normas que no les importa quitarle accesibilidad, seguridad y transparencia a los remates, sólo con tal de no quedarse ellos afuera?
Es otra actitud deplorable más de una institución que persigue a sus propios asociados, la mayoría de los cuales sólo aporta económicamente al Colegio porque, de otra forma, no podrían trabajar.
Guillermo Rossi podría cambiar de rumbo: dejar de lado esta demanda sin sentido, invertir en infraestructura y tecnología para ofrecer un marco seguro en el cual realizar los remates, aflojarle a la lucha sin sentido en contra de las franquicias y alentar la modernización de su profesión que, ante la perspectiva de la desregulación que plantea el gobierno nacional, va a terminar siendo obsoleta si no se adaptan.
Mentes pequeñas tratando de cuidar una quinta que se está marchitando de todas formas, en un enfrentamiento estúpido que sólo le quita recursos y tiempo a un Poder Judicial que debería estar ocupándose de cosas mucho más importantes.
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