Cuando uno pensaba que no podían caer más bajo, el repudiado capítulo marplatense de la vetusta institución lanzó un comunicado en el que culpan a una víctima del robo que sufrió.
El terror que sufren los martilleros colegiados marplatenses al ver cómo su anticuado esquema de negocios se desarma ante la llegada de otros tiempos, los hizo derrapar mal: en un comunicado, ponen la responsabilidad de un hecho delictivo en la víctima, en lugar de en los victimarios.
Poco se puede esperar del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos Departamento Judicial Mar del Plata, la institución cuya connivencia y complicidad permitió durante años la existencia de la llamada “Liga de remates” en nuestra ciudad, cuyo accionar derivó en una causa judicial que nunca llegó a juicio y en la que no hay ningún condenado, pero donde se comprobaron maniobras de aprietes y prácticas fraudulentas que le permitió a algunos individuos quedarse con diversas propiedades por precios irrisorios.
Ahora, en un nuevo capítulo de su historial vergonzoso, el Colegio de Martilleros lanzó un comunicado donde toman un hecho delictivo lamentable y lo utilizan de manera vil para empujar su vetusto discurso en contra de una modalidad de negocio que llegó para quedarse —aunque ellos no se hayan enterado—: las franquicias inmobiliarias.
¿Qué fue lo que pasó? Informa el sitio Punto Noticias: «un reciente episodio de inseguridad que sufriera la propietaria de un inmueble que lo tenía en venta, por medio de delincuentes que fueron acercados por un “representante de una franquicia comercial”». Es decir, unos delincuentes, en una modalidad de robo que existe desde siempre —mucho antes de la aparición de los modelos modernos de gestión del negocio inmobiliario— se hicieron pasar como clientes interesados en una propiedad para, así, conseguir acceso a la misma y cometer un delito.
En su comunicado, el Colegio de Martilleros, en vez de repudiar el accionar criminal de estas personas, pone la culpa en la víctima, asegurando que si esta persona no hubiera recurrido a una franquicia inmobiliaria a la hora de intentar colocar su propiedad, el delito no hubiera ocurrido.
Lejos de solidarizarse con la víctima, o repudiar el accionar de los delincuentes, la institución hace una utilización inmoral del tema para apuntar contra las franquicias inmobiliarias, el tema que eligieron en las últimas gestiones para tratar de mantenerse relevantes.
Cualquier persona que haya comprado o alquilado una propiedad en Mar del Plata a través de una inmobiliaria tradicional sabe perfectamente que el Colegio de Martilleros miente cuando asegura que «uno de los requisitos imprescindibles a la hora de visitar un inmueble con personas interesadas por medio de Martilleros y Corredores Públicos, es constatar la identidad de los interesados y en muchos casos, proceder a hacer firmar a los mismos, la “Constancia de visita”, dónde queda registrada la identidad de los clientes, brindando así, un marco de seguridad, no solamente para con los propietarios, sino también para el profesional interviniente».
Si alguien alguna vez firmó una de estas “constancias de visita”, que nos avise. Nosotros, no conocemos ni un solo caso. En nuestra experiencia, la visita al inmueble se coordina de manera telefónica y uno conoce al martillero —o, en la gran mayoría de los casos, a una secretaria o empleado de la inmobiliaria— en el momento que se apersona en el inmueble en cuestión.
Porque, en realidad, estas llamadas “franquicias inmobiliarias”, no trabajan de forma distinta a ninguna otra inmobiliaria de la ciudad: rara vez es el propio martillero quien se ocupa de mostrar la propiedad o de hacer todas las gestiones previas a la firma del contrato, por más que ellos intenten instalar en los medios un relato distinto.
La inseguridad es un problema troncal de nuestra sociedad, y estos hechos nunca son culpa de las víctimas. Los únicos que obraron de manera incorrecta en esta situación, fueron los delincuentes. Intentar cambiar el relato y decir cualquier otra cosa, es de una bajeza intolerable.
Otra mancha más para el Colegio de Martilleros marplatense, pero —lamentablemente— no es ni por asomo la más grande.
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